¿Los castigos funcionan?

    

     El castigo, algo que aún es debate en todos los especialistas de la salud mental, desde Thorndike como Skinner que son teóricos conexionistas destacan el refuerzo negativo y positivo como un factor fundamental del aprendizaje. Un término que se comienza a utilizar en la psicología desde el enfoque conductista valorando el castigo como un reforzamiento. Para Skinner el castigo no es un medio confiable de evitar que ocurran las conductas porque no reduce la probabilidad de que ocurran las respuestas que se quieren evitar, por ejemplo si se castiga a un niño por comer caramelos el temor al castigo podría inhibir su respuesta de comer. Además con el castigo, un niño aprende a alejarse de él o evitarlo en lugar de eliminar la conducta indeseable. Se puede esconder para comer caramelos y evitar así el castigo. Skinner insiste en que el castigo es un método poco valioso para el control de la conducta, por producir efectos sólo temporarios, por producir efectos emocionales que pueden resultar indeseables desde otro punto de vista, como el llanto o el enojo, además de que estas respuestas emocionales pueden asociarse a otras conductas deseables, resultando en definitiva una técnica que puede tener efectos secundarios adversos. 
En cambio Thorndike Afirmó que la recompensa fortalece las conexiones estímulo respuesta y que el castigo no las debilita directamente. Cuando el castigo resulta efectivo es porque da lugar a una nueva conducta capaz de ser recompensada.

Pero, ¿Qué es el Castigo?... Se castiga una conducta cuando va seguida por la aparición de un estímulo aversivo o por la retirada de un refuerzo. Un estímulo es aversivo cuando la lo persona evita o escapa de él.

¿Es eficaz el castigo? 

     Es importante fijarse en el efecto que tiene el castigo para determinar si lo que se está aplicando es realmente un estímulo aversivo o no. Generalmente los estímulos amenazantes, desagradables, dolorosos son aversivos; pero lo serán o no dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, un alimento agradable suele ser un refuerzo, pero será aversivo si estamos empachados o con gastroenteritis, en cuyo caso obligarnos a comer sería aversivo. Otras veces un estímulo aparentemente doloroso o desagradable puede, realmente ser un refuerzo. Por ejemplo, si un niño hace una travesura se le puede castiga dándole un cachete, que le hace daño y es desagradable; podemos, en consecuencia, pensar que es aversivo. Pero sus padres comprueban que cuanto más se le castiga más repite las travesuras. Una posible explicación sería que el niño no está recibiendo suficiente atención por parte de sus padres y la encuentra en el castigo, aunque sea por un medio desagradable. Hay que tener en cuenta que la atención es uno de los refuerzos más importantes para el ser humano. Es como si el niño pensara: “Al menos existo y para mis padres lo que hago es importante”.
     Hay que tener muy en cuenta que el efecto del castigo es la inhibición de la conducta y no su extinción. Es decir, el castigo disminuye la frecuencia de la conducta; pero no la elimina del todo.
Además, la frecuencia de la conducta queda condicionada a las situaciones en las que sea probable que aparezca el estímulo aversivo. Si retiraran los radares y la policía de las carreteras, en poco tiempo los límites de velocidad dejarían de ser respetados por mucha gente.

Tipos de castigos
     Positivos: El castigo positivo es aquél en el que se aplica un estímulo aversivo para el sujeto ante la realización de una conducta determinada, haciendo del estímulo una consecuencia de su realización, con el fin de que el individuo disminuya la frecuencia o deje de realizar la conducta en cuestión.
     Negativos: El funcionamiento básico del castigo negativo se basa en la retirada de un estímulo deseado y reforzador por parte del sujeto ante la realización de una conducta concreta, de manera que el sujeto disminuya su frecuencia en prevención de dicha pérdida.
En resumen, en el castigo negativo se retira algo que la persona desea cada vez que hace la conducta indeseada. En este sentido hay que tener en cuenta que el estímulo a retirar sea significativo para la persona, pues de lo contrario no tendría efecto.

     Ambos tipos de castigo son procedimientos que tienen éxito en la disminución o incluso extinción de conductas de forma bastante veloz. Si se opta por su aplicación, debe ejecutarse de manera consistente y contingente a la conducta y de manera proporcional a la gravedad de la conducta. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el cambio que producen suele ser únicamente superficial y basado en el miedo al castigo, no generando un verdadero cambio en las actitudes en la mayor parte de los casos.

¿Y tú, crees que los castigos funcionan?

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